Mi lucha

Por Francisco Antonio Suing
[Ficción]

Sí. Anhelo combatir.
Conquistar, destruir, y aniquilar.
Pero te interpones en mi camino.

Desconozco lo que existe afuera de esta prisión. Jamás he podido perseguir mis impulsos y deseos hasta poder saciarlos a plenitud. Me veo como un esclavo de mis propias limitaciones y habilidades aún por descubrir. Como un hombre que se esconde por completo de sí mismo. Que huye de su reflejo y vehemencia. Que osa erguirse en medio de un castillo de obsesionadas mentiras próximo a colapsar por su propio peso y falsedad ante la burla de su sangre. Que a pesar de tener todo a su alrededor; es incapaz de vencerse a sí mismo.

Soy ignorante del mundo real y su verdadera crueldad. Los rostros que conozco los puedo contar con los dedos de una mano. Mientras que mis recuerdos y fantasías son los hijos bastardos de mi sucia y vil imaginación. Ninguno de nosotros pertenece a este lugar. Ambos lo sabemos. En nuestra infancia nos fue prometida una juventud llena de retos y aspiraciones. Aquella cálida promesa que alguna vez creí con todo mi corazón es la razón por la cual caí en esta farsa. Tú, que alguna vez me viste sonreír; ahora te interpones en mi camino y eres la razón de mi corrupción. Insensato. Bastardo sin gloria alguna. Mírate, tratas detenerme con tus garras para quedarme contigo y así evitar lanzarte al olvido. Sin embargo, la solución final me llama a actuar y a deshacerme de ti para poder ser libre una vez más. Ambos sabemos cómo terminará todo esto. Sí. Es lo correcto. Pero, al menos por este instante, mi temor a herirte es mucho más profundo que mi anhelo de ser libre.

Créeme cuando te digo que esta prisión se ajusta a mi apática actitud. Me atrevería mirarte a los ojos una vez más para expresarte lo mucho que me he acostumbrado a este inhumano lugar, a estas cadenas que corroen mis huesos, a estas inertes paredes que reflejan mi vacío presente y hace del recuerdo de mis fracasos el sustento moral de cada amanecer. Me tomaré la osadía de acercarme y decirte al oído lo mucho que deseo continuar en este corrupto lugar que me ha destruido. Busco reconstruir el ser humano que fui alguna vez, pero solo veo ruinas a mi alrededor. Ruinas de un hombre que pensó tener al tiempo siempre a su favor. He cambiado. ¿Dónde habrá quedado el último destello de mi humanidad? Ahora soy muy distinto al individuo que aspiraba ser cuando dormía en brazos de mis progenitores. Un monstruo. Una pesada carga. Una pesadilla para quienes nos rodean. Te escribiría mil versos con mi propia sangre explicándote la tranquilidad que me genera estar aquí encerrado. Sí. Lejos de todo y de todos aquellos falsos seres del mundo exterior. Tomaría tu mano para llevarte a esos rincones de mi pensamiento de los cuales me es imposible encontrar una salida real. Te llevaría a danzar conmigo por lugares que jamás serías capaz de comprender debido a tu propia arrogancia. Me gustaría que me escuches cuando deambulo a través del espacio tiempo, porque solo ahí podría expresarte lo que sucede en los extremos más oscuros de mi ser. Si tan solo podrías verme a los ojos cuando me siento incapaz de levantarme por mi propia cuenta. Sé que te sería más fácil comprender mi lucha si te fuera posible ver mi realidad a través de mis exhaustos sentidos, porque solo ahí podrías sentir lo que significa ser quien te habla en este momento. Temor a mí mismo. Rencor a mi pasado. Pavor a lo que depara el mañana debido a mi propia debilidad. Pero eso jamás pasará. Nunca. Aunque seamos uno, somos diferentes. Si tan solo fuese posible que cargues con este peso que me agobia a cada paso; solo ahí podrías vivir en carne propia lo que es agonizar con cada respiro, con cada tropiezo, con cada palabra. Porque con cada lamento, una parte de mi alma abandona mi ser para jamás regresar. Porque con cada caída, un nuevo golpe a mi torturado cuerpo lastima y me arrebata la poca esperanza que me queda. Porque con cada grito, alguien más allá afuera ignora lo que aquí ocurre.

A pesar de la inminente destrucción que recae en mi mente; aún puedo soñar siendo un hombre útil,
A pesar de la imperiosa muerte y desolación que me acecha; aún he conseguido mantener con fervor la llama de la vida en lo profundo de mis vísceras,
A pesar de la lenta pero letal enfermedad que con gran facilidad me consume a cada segundo; aún siento mi cuerpo luchar por sobrevivir.

A pesar de gozar de tu leal compañía; siempre escojo por huir con mi indolente conducta,
A pesar de tenerte enfrente mío; me es imposible capturar mi propio reflejo en el rubor de tus pupilas que conozco desde siempre,
A pesar de oír tu voz; soy incapaz de atacar tu rostro que por tanto tiempo he perseguido y que ahora detesto con repugnancia.

A pesar de tu ejemplo; he fallado como un miserable,
A pesar de tu guía; siempre termino en el mismo lugar,
A pesar de tu inagotable ayuda; nada consigo lograr por mi propia cuenta.

Fracasé y volveré a fracasar. Caeré y quizá nunca más me pueda levantar. Pero sé que hay un mundo fuera de esta prisión aún por descubrir. Las aves migran. Los ríos cambian de rumbo. Las estrellas se apagan, y la vida se abre paso una vez más. Un futuro lleno de posibilidades y oportunidades espera de nuestra vehemencia para batallar y decapitar a los problemas que nos agobian y que nos impiden continuar.

Pero ahora es demasiado tarde. Durante eones te he amado, y te he acompañado siempre sin importar las consecuencias de nuestros nefastos actos. Al final de este día, uno de nosotros debe perecer para que el otro pueda tener al menos una oportunidad allá afuera, en la arena.

Tú, que alguna vez me viste sonreír; sé que jamás me harás daño.
Y por esa razón solo yo puedo escapar de este miserable lugar.

Observo mi reflejo en la sucia agua estancada y me digo a mí mismo:

“Sí. Anhelo combatir.
Conquistar, destruir, y aniquilar.

Pero te interpones en mi camino…”

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